jueves, 3 de noviembre de 2011

Tú eres diferente


En muchas películas y series de televisión hay una escena clave en la relación chico-chica, hombre-mujer. A poco de conocer a la protagonista, él le dice: “Tú eres diferente a las demás, por eso me gustas.” La chica, desconcertada (¿en qué consistirá su diferencia? ¿Es más guapa? ¿Es más inteligente?) sonríe, seducida por la diferencia. A lo largo de la película y hasta el final, no sabemos en qué consiste esa diferencia, aunque muchas veces la hace víctima de atrocidades: el “chico” la intenta violar, la engaña o la mata. La presunta diferencia la convirtió en víctima.
A la inversa, la frase casi nunca se pronuncia en el cine. La mujer que intenta seducir a un hombre no le dice: “Tú eres diferente a los demás” con alguna excepción: la “tonta” o “ingenua” Marilyn Monroe a Toni Curtis, en Con faldas y a lo loco. Pero se equivocaba: era un seductor y un mentiroso, aunque al final el amor lo redime.
Decirle a una mujer: “Tú eres diferente” se supone que es un elogio. Las demás son tontas, o feas, o lelas. Esa es la opinión que el galán tiene de las mujeres y utiliza la “diferencia” como halago. ¿Quiere decir que ella también piensa que las otras mujeres son tontas, feas o lelas? Ella no está dispuesta a aclarar el equívoco: reconoce en la frase del galán un presunto piropo, una alabanza. Además, la frase denota que él tiene mucha experiencia, lo cual lo coloca en una situación ya inicial de superioridad. Él, que ha estado con otras mujeres, tiene un saber del que ella carece: las “conoce”. A él no lo pueden engañar: todas son iguales, menos ella. La sonrisa halagada de ella o el silencio, la convierte en cómplice del prejuicio y en víctima propiciatoria. Los espectadores estamos en una situación ambigua: al ser una frase tan repetida cuyo desenlace suele ser el acoso de “la diferente”, y su futuro el de víctima, empezamos a desconfiar del chico. Reconocemos que es una forma perversa de seducción. Es lo que Freud llamó “el narcisismo de las pequeñas diferencias”.
Estoy muy contenta con el final de ETA. Pero se me ocurrió imaginar otra escena: tres encapuchados anunciando el cese de la violencia contra las mujeres. ¿Se lo pueden imag nar?ETA mató a más de ochocientas personas en cincuenta años.
No tengo las cifras exactas de la violencia machista en el mismo período, pero un promedio –por lo bajo- de sesenta por año, me da la cifra de tres mil. Con una diferencia: ETA mató a hombres y mujeres. El machismo exclusivamente a mujeres. Y a veces, a algunos niños.



viernes, 14 de octubre de 2011

Si quieres acceder a la Galería Fotográfica del Homenaje a Cristina Peri Rossi clica en el link de abajo.

http://www.acec-web.org/quincenal/galeries/97/peri/index.html
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http://www.youtube.com/watch?v=P36Smizphe8&feature=related

viernes, 21 de enero de 2011

LAS DOS BARCELONAS


El día de su estreno, fui a ver Biutiful, la dramática, humana y dolorosa película de Alejandro González Iñárruti, cuya trama se desarrolla en la Barcelona pobre, en la Barcelona lumpen, en la Barcelona que no sale en las postales: la de los emigrantes, la de los chinos hacinados, la de los que malviven del trapicheo. Una Barcelona nocturna,
hacinada, fea. El polo opuesto de aquella trivial, superficial
Vicky, Cristina y Barcelona de Woody Allen. En Biutiful no salen ni una vez la Sagrada Familia, ni la maravillosa arquitectura de Gaudí, ni la Diagonal, ni el Palau de la Musica Catalana que unos burgueses avaros esquilmaron en beneficio propio. Sólo, a lo lejos, el humo de alguna chimenea de fábrica, los estrechos callejones del Raval y una playa, en la Villa Olímpica que lanza a la escasa arena los cadáveres de los muertos indocumentados. Y sin embargo, me pareció una película profundamente humana, tierna en su dolor, noble en sus sentimientos y dramática en la soledad, en la derrota de seres abocados a unas condiciones de vida duras y difíciles. No es una película para hedonistas, para quienes creen en el Carpe Diem, para aquellos que egoístamente cierran los ojos ante el dolor ajeno con la excusa de que no podemos hacer nada para aliviarlo. Como el cine estaba lleno, me hice la ilusión de que hay mucha gente dispuesta a ver la otra cara de Barcelona (a los efectos del drama da lo mismo que fuera cualquier otra ciudad) y a sentir empatía por los no guapos, los no fashion, los perdedores. La mejor literatura y el mejor cine se han hecho sobre perdedores y perdedoras porque siempre tienen una historia que contar, una historia de sentimientos, de emociones, de falta de omnipotencia. Un Javier Bardem más sensible y matizado que nunca comunica con interioridad, con hondura la pena, la compasión, el miedo y la culpa. Cine de sentimientos, señores y señoras, no de efectos especiales. Cine de la otra cara de la Barcelona Olímpica, de la Barcelona del Forum y de metrópolis de los negocios o de las tiendas. Nada que ver con la visión superficial y turística de Woody Allen (no lo castiguemos: necesitaba dinero para financiar la otra película, la que verdaderamente quería hacer, en Londres). Biutiful es lo opuesto al cine como entretenimiento, como diversión, como evasión: es una experiencia conmovedora, una inmersión en los sentimientos buenos y malos, mezclados, en la condición humana, que es el tema de todas las grandes obras nuestras, criaturas perecederas, sometidas a la Historia, víctimas de poderes que no controlamos y que nos amenazan, nos empujan.
Porque Barcelona, como cualquier otro lugar de este mundo, está lleno de gente que sufre, que pelea por el pan de cada día, que ama a sus hijos y que en cualquier momento, enferma. De seres nada planos, que no son ni buenos ni malos, capaces de lo mejor y también de lo peor. Como los obreros de Nissan, que han conseguido asegurar su puesto de trabajo…a costa de no mejorar sus sueldos, chantaje que la empresa multimillonaria les ha impuesto a costa de la crisis. Frank Torres consiguió salvar a sus obreros del paro y que produzcan un seis por ciento más: un acuerdo para ir tirando. Lo que no sabemos es si cuando la nueva camioneta pick up esté fabricada y se venda como churros, la Nissan recompensará el sacrificio de sus obreros. Mejor dicho. Lo sabemos: no. En este sistema, lo único que se socializan son las pérdidas.