domingo, 16 de noviembre de 2008

GRACIAS, JESÚS NEIRA

La vida casi nunca es justa, lo sabemos. Por eso hay que intentar que lo sea. Aunque en el intento, nos dejemos a veces la vida, o parte de ella.
La noticia se publicó primero en un artículo pequeño. El profesor de Teoría del Estado de una universidad privada, en Madrid, Jesús Neira vio, en la calle, cómo un hombre apaleaba a una mujer. Posiblemente era su marido, su concubino, o su novio, alguno de esos machos dominantes que abundan. Intentó separar al hombre de la mujer, y cuando creía que lo había conseguido, el maltratador lo golpeó violentamente por la espalda provocándole heridas tan graves que ha estado en coma, durante tres meses, en el hospital, inconsciente, sin hacer un solo movimiento. El malhechor, Antonio Puerta, está en prisión. Pero ahora Jesús Neira ha salido del coma y comienza a recuperarse. La Comunidad de Madrid le ha concedido la Medalla de Oro al Mérito Ciudadano. Pero ya me imagino los comentarios de más de uno (hombre, seguramente)“No hay que meterse”, “Eso le pasó por intervenir”, “Cuando se ve una cosa así hay que seguir de largo.” Otros han optado por blindar su silencio. La mayoría de los hombres suelen esconder la lengua entre los dientes cuando se aborda el tema de la violencia masculina, piensan que es algo circunstancial y que no va con ellos. Va con ellos y con ellas, porque la violencia masculina se ejerce no sólo contra las mujeres: también contra )los animales y los niños (ojalá este artículo lo lea mi vecino, a ver si deja de amenazar a gritos a sus hijos, especialmente los fines de semana, cuando los tiene en casa).
Mientras Jesús Neira salía de su coma, en Ripollet, un chaval de 14 años, guaperas, de clase media, degolló y reventó a palos a Maores, una compañera de su clase, con todas las características de una masoquista: enamorada del guaperas, había escrito en su diario: “Tú eres mi todo, y ojalá algún día yo sea tu todo”. Lástima, Maores, qué lástima: el todo de tu todo era su prestigio entre los otros chavales, y no te diste cuenta de que lo único que le importaba a él era su prestigio, la admiración de los otros chicos, incluida la de Luis, el niño “ni violento ni impulsivo”, según los psicólogos que presenció impávido el asesinato.
Las chicas buenas son unas pesadas porque se enamoran de los chicos guapos que quieren ser admirados por sus rivales: se ha comprobado que la especie humana tiene el noventa y ocho por ciento del ADN igual al de los gorilas y los chimpancés, y los machos de estas especies son exhibicionistas, violentos y competitivos. La naturaleza (cuyas leyes naturales conoce bien, al parecer, nuestra Reina, doña Sofía) debía haber elegido mejor, y parecernos a los bonobos, que no cometen jamás un acto de violencia y tienen una estructura social igualitaria. Son bisexuales y el incesto no es tabú.

CRISTINA PERI ROSSI
El Mundo, 14 de noviembre de 2008